martes, 1 de junio de 2010

Argumentos sobre teatro

Reanudo la actividad del blog casi transcribiendo literalmente el Argumento nº3 de los "Doce argumentos sobre teatro" de Alfred Jarry, patafísico por excelencia y creador del Padre Ubu.

Hace dos meses justos que no público nada en el blog teatrero que me he creado. Así que, ahí vamos, a seguir reflexionando sobre esta nuestra profesión, a ver si discutimos un poco:

¿Qué es una obra de teatro? ¿Una fiesta ciudadana? ¿Una lección? ¿Una distracción?

Parece, en primer lugar, que la obra de teatro deba ser una fiesta ciudadana, puesto que es un espectáculo que se ofrece a ciudadanos reunidos. Pero observemos que hay numerosos tipos de público de teatro o, como mínimo, dos: la minoría de inteligentes, y la gran mayoría. Para esta última, las obras espectaculares -espectáculos a base de grandes decorados, cuerpos de baile y emociones primarias y accesibles como los de la Gran Vía, el Calderón, etc...- son entretenimiento sobre todo, quizás un poco lección -en cuanto que su recuerdo dura-, pero lección de falso sentimentalismo y falsa estética; falsos sentimentalismo y estética que son para ella los únicos verdaderos, ya que le parece incomprensible y un auténtico coñazo el teatro de minorías. En cuanto a este, ni es fiesta para su público, ni lección, ni entretenimiento, sino actividad pura y simplemente.

La elite participa en la realización de la creación de uno de los suyos, quien ve nacer de sí mismo y de esa misma elite al ser creado por él, activo placer que es el único de Dios y, que la masa de ciudadanos solamente dispone de una caricatura en la relación carnal.

Incluso la masa disfruta un poco de dicho placer de creación: quede anotado dejando a salvo toda relatividad.

Y para cerrar este argumento nº3 de sus 12, Jarry nos remite a los párrafos 3º y 4º del artículo "De la inutilidad del teatro en el teatro" que resumo un poquito:

Dos cosas hay que cabe proporcionar al público -cuando se quiere descender a su nivel- y que, de hecho, normalmente se le facilitan. En primer lugar, personajes que piensan de su misma manera y de los que lo comprenden todo con la impresión que sigue: "Soy inteligente, pues me río con ocurrencias inteligentes"; impresión que no falta a los espectadores de Rafael Mendizábal, por citar uno entre muchos. Y, en segundo lugar, temas y peripecias naturales, es decir, cotidianamente rutinarios para hombres del montón, dado que Shakespeare, Miguel Angel o Leonardo da Vinci resultan un tanto extensos y de diámetro difícil de abarcar, y ello porque genio y entendimiento, o incluso talento para algo más que algo muy concreto, están más allá del alcance de la mayoría.

Pero si hay en el universo quinientas personas que sean un poco como Shakespeare y Leonardo con relación a la infinita mediocridad, ¿no será justo conceder a esos quinientos espíritus elevados lo que se derrocha con los espectadores de Rafael Mendizábal, o los del Club de la Comedia, es decir, la seguridad de no ver en escena lo que no entienden, esto es, en su caso, el activo placer de una creación medida y con arreglo a definición?

Hasta aquí el Argumento sobre teatro nº3 de Alfred Jarry.

Espero recibir reflexiones.

Espero conseguir una entrada para Cheek by jowl para el jueves.